Si has decidido compartir tu vida con un perro, te has comprometido a cuidar de su salud, a dedicarle tiempo y a educarle sabiendo que estará contigo muchos años, enhorabuena, te espera una experiencia emocionante. Sin embargo, ten en cuenta que el primer contacto con su nuevo hogar es fundamental y hay que saber elegir el mejor momento para que su adaptación sea lo menos traumática posible.
Para conseguirlo, lo primordial es disponer de tiempo para esas primeras horas que el animal pasará en casa. Le estamos introduciendo en un nuevo ambiente y necesita que le ayudemos a conocerlo vigilándole de cerca hasta que se acostumbre a la que será su casa.
Antes de nada, debemos tenerlo todo preparado. El objetivo es que el cachorro se encuentre lo más cómodo posible así que, aunque los nervios y la emoción son comprensibles, hay que procurar mantener la calma y evitar situaciones que puedan estresar al animal. Ojo con los productos y objetos peligrosos y atención a las plantas, pues algunas podrían ser tóxicas para él.
Lo normal es que planeemos que su llegada coincida con un fin de semana o unas vacaciones. Es una buena opción ya que disfrutaremos de tiempo para estar con él. Sin embargo, no hay que olvidar darle cierta independencia, pues pronto tendremos que retomar nuestras actividades habituales y él se quedará solo. Si podemos elegir, el mejor momento del día para que nuestro perro conozca su nueva casa es, sin duda, por la mañana. Así podremos supervisar sus movimientos y contaremos con varias horas para que el cachorro se acostumbre a su nuevo entorno antes de que llegue la noche.
Buen comienzo
El que toda la familia le dé la bienvenida al mismo tiempo puede resultar algo agobiante. Es lógico que todos queramos conocerle, acariciarle y jugar con él pero tendremos que frenar esos impulsos y comprender que no debemos abrumarle. Poco a poco se acostumbrará a su nueva manada; no hay que forzar.
Puede que, al principio, el animal no quiera salir de su camita o que se esconda en un rincón. Es algo normal puesto que nada de lo que le rodea es familiar y todo lo que ha conocido hasta ahora ha desaparecido. Debe acostumbrarse a los olores, a las personas, a sus nuevos juguetes, a su nuevo lugar de descanso y a vivir sin sus hermanitos y su madre. Aquí la paciencia es fundamental.
Superados los primeros momentos de timidez, veremos cómo esa adorable bolita comienza a olisquear todo lo que encuentra a su paso, a colarse por los sitios más insospechados y a hacer sus necesidades donde no debe. Por eso es básico que durante sus primeras horas en casa esté acompañado así, además de vigilar sus investigaciones y evitar situaciones de peligro, podremos ir marcando las primeras pautas.
Lograr que se adapte y nos acepte es un proceso que requiere su tiempo, pero el recibimiento que le dispensemos el primer día puede ser crucial para que todo sea más rápido y fácil.
La mayoría de mis perros han nacido en casa, así que en pocas ocasiones me he tenido que enfrentar a estas situaciones. Eso sí, cuando me ha tocado es toda una odisea, pero con un poco de paciencia y muchas ganas se sobrelleva perfectamente y en unos pocos días es uno más de la familia. Quizá lo peor sean esas primeras noches, pero bueno seguro que encontramos buenos remedios para suplir esas necesidades 😉
Yo añadiría que en ningún caso es recomendable llevarse a casa a un cachorro de menos de 8 semanas. Este periodo es fundamental que lo pase junto a la madre que, mejor que nadie, le mostrará las nociones básicas de disciplina y comportamiento que son la base del éxito de la posterior educación del perro.
Me gusta la frase «esa adorable bolita» jejeje Mi «bolita» la primera vez que vino a casa estaba asustadita la pobre, se iba a un rinconcito, pero una vez pasada esa tímidez (le duró un día!) luego iba paseando por toda la casa a sus anchas 😀