Particular para algunos, compañero de caza para otros y especie única. Hablamos de una de las razas puramente españolas más peculiares que existen, el Galgo, o perro de la Galia, que realmente corresponde a la familia de los Lebreles de pelo corto. El origen de este perro es un tanto extraño y sobre todo muy antiguo. Lo encontramos tanto en grabados de arte egipcio como variante canina (por los sloughis, los lebreles árabes que entraron en la península durante época de conquista), hasta en manuscritos del Siglo II a.C., pasando por ermitas y los propios pasajes de El Quijote.
Perros de unos 25 a 30 Kg de peso, con sus 60 cm. de altura aproximada y una complexión extremadamente delgada convierten a los galgos en una raza perfecta para la caza por sus cualidades físicas, y de hecho, es por las actividades cinegéticas por lo que más se conoce históricamente esta raza.
Vidas duras para una raza resistente
El origen cazador del galgo español ha recaudado historias de todo tipo, muchas de ellas no precisamente alegres. Los galgos son una de las razas más abandonadas por sus dueños e incluso mal alimentadas por otros debido a su aspecto delgado, en el que para mucha gente es un tanto complicado distinguir entre desnutrición y aspecto natural. Respecto a la propia actividad de caza, el perro caza solo, sin intervención del hombre en monterías y cazas de liebres a través de persecuciones.
Por otra parte, el galgo es un perro de carreras, de competición. Sus patas alargadas, cuerpo grande y flexibilidad le permiten alcanzar grandes velocidades para competir. Tienen una cola larga, de nacimiento fuerte y una cabeza muy alargada con las orejas hacia atrás. Su salud es robusta por estar acostumbrados a climas y condiciones de los terrenos exteriores, tales como el campo o lugares rurales y la propia naturaleza desde hace siglos.
El Galgo como animal de compañía
Los galgos son perros muy fieles y tranquilos, pero activos. Su carácter amable facilita mucho su educación, que no requiere esfuerzos especiales como en otro tipo de razas. Pero al mismo tiempo, requieren de mucha atención por parte del dueño y constantes muestras de afecto y cariño, para que el galgo se sienta arropado, porque son un tanto desconfiados al principio. Necesitan sentir comprensión y un cierto compañerismo por parte del dueño, y eso los convierte en buenos compañeros de vida.
Sin embargo, sus cualidades físicas hacen que el hábitat natural de estos perros no sea un espacio demasiado cerrado, sino principalmente abierto. Un galgo vivirá feliz en un cortijo o en una casa de campo, donde puede moverse e incluso correr a sus anchas, porque necesitan espacio para desarrollarse. Por otra parte, y diferencia de otros tipos de lebreles, los galgos tienen pelaje corto, con lo que no requieren de muchos cuidados especiales, pero sí de un aseo controlado cada cierto tiempo.
Es una raza que me resulta muy atractiva, tienen un carácter especial quizás por su aspecto, pero interesantes.
yo tengo una mezcla de galgo, y realmente son fascinantes, cada dia me sorprende con algo nuevo, le encanta salir a la calle, es super sociable y le encantan los niños, ya antes de irse a dormir te viene a buscar para que le des su beso, antes me parecian especiales pero ahora con esta experiencia, creo que no podria vivir sin ella 🙂 me ah gustado mucho el articulo felizidades 🙂
Eso que describes son los síntomas claros de una enfermedad llamada galguitis… Yo también la tengo, por cierto.
No estoy de acuerdo en que un galgo sea más feliz en espacios abiertos.
Cualquier perro disfruta jugando y corriendo en un parque, en el campo o por la playa, eso es obvio, pero un galgo no tiene mayores necesidades de espacio que cualquier otro perro de su tamaño. Incluso diría que se adapta a la vida en un apartamento de ciudad mejor que otras razas más pequeñas…
Que los galgos tengan la habilidad de correr velozmente no significa que necesiten hacerlo a diario, igual que un perro de presa no necesita estar todo el día mordiendo solo porque tenga una mandíbula excepcionalmente potente.
Por mi propia experiencia (hemos adoptado una galguita de una protectora) te puedo decir que son perros extremadamente perezosos. Las horas que pasan entre cada paseo (mañana, tarde y noche), se las pasan tumbados en su colchoneta durmiendo o descansando. Haciendo «el perro». No es una raza activa y se adapta perfectamente a la vida en el interior siempre que se cumpla con la rutina de sus paseos diarios (como con cualquier otro perro).
Muy raramente ladran, no se ponen a saltar histéricos y aunque parecen de un tamaño respetable para una vivienda, no ocuan apenas sitio porque casi ni se mueven. Además, son muy aseados y se pasan el día lamiéndose y acicalándose, como los gatos, por lo que tampoco «huelen a perro».
Nosotros no nos arrepentimos para nada de la experiencia y cualquiera que investigue un poco por la red y vea cometarios de otros propietarios urbanos de galgos, se darán cuenta de que esta raza es tan apta para una vivienda como cualquier otro perro pequeño o mediano.