Los juegos forman parte esencial del desarrollo y aprendizaje del perro. A través de ellos, el animal gana confianza en sí mismo, aprende a explorar el entorno que le rodea, libera energía y estimula su mente. Por su parte, el amo conseguirá crear un fuerte vínculo con su mascota a la vez que podrá aprovechar para realizar ejercicios educativos.
Pero para obtener buenos resultados y disfrutar de estas actividades, es muy importante conocer la personalidad de nuestro perro. No es lo mismo jugar con un ejemplar dominante que con uno sumiso y, si no practicamos actividades adecuadas para él, puede que lo único que consigamos sea afianzar los peores rasgos de su carácter, con lo que sólo le estaríamos perjudicando.
Si estamos ante un perro dominante debemos imponer límites, hacerle entender quién es el que manda y uno de los caminos para conseguirlo es a través de los juegos. Gracias a ellos, podremos enseñarle a controlar su mordida, a no ser posesivo y a obedecer.
Es inevitable que los perros muerdan; está en su naturaleza. Lo hacen para jugar y para fortalecer dientes y mandíbulas. Pero podemos ayudarles a que controlen su fuerza haciéndoles saber cuándo nos hacen daño. Lo mejor es emitir un chillido (similar al que oímos cuando juegan en la camada entre hermanos) y parar el juego. Así entenderán que, para seguir con la diversión, deben ser más cuidadosos.
El amo es el que manda
En cuanto a la posesión, es el amo el que maneja juguetes y decide cuándo se utilizan. Desde que el perro es un cachorro debe acostumbrarse a que le quiten sus cosas de la boca. Si estamos ante animal adulto que es algo quisquilloso en este sentido, una buena idea es utilizar un único juguete para las diversiones con el amo. Siempre será este último el que se quede con el objeto y, además, nunca se lo dejará al perro para que juegue con él en solitario, se guardará hasta la próxima sesión.
En los juegos de posesión, los de tirar y aflojar, el amo debe recurrir a toda su autoridad para finalizar la actividad con el juguete en su poder. Hay que tratar de practicar este tipo de actividades con mesura pero no hay que olvidar que son excelentes para que el perro aprenda a obedecer.
Por otro lado, siempre es el amo el que debe llevar el control de juego, antes, durante y después. Es decir, el jefe es el que decide cuándo se juega, cómo se juega y cuánto tiempo se juega. Para controlar aún más la respuesta del animal, es aconsejable que el juego se inicie después de que haya cumplido una orden (sienta, tumba…), como premio a un buen comportamiento.
Y, una cosa más, nunca debemos dejar que el perro salga victorioso de ningún juego pues sólo reforzaríamos su posición dominante dentro de la manada. Si es necesario hacer trampas para ganar, no tengas remordimientos.
El amo es el que manda, me ha gustado ese remate 😉
hacerle trampas a un perro para ganar… es un poco triste…
creo que si tienes que hacerlas, mejor juega a otra cosa… no?
Había leído por ahí que si juegas con un perro sumiso es bueno dejarle ganar de vez en cuando para que no se aburra…