Historia de un rescate inesperado y complicado


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perro rescate

Como ya os comentamos en el post de presentación, en Es cosa de perros vamos a hablar de todo lo relacionado con ellos, desde cómo adiestrarlos, pasando por salud hasta nuestras propias experiencias personales con ellos. Y de eso va el post de hoy, de una historia personal que me ocurrió hace unos diez años con mi perra. Creo que más bien por suerte, he tenido la posibilidad de tener perros al aire libre, en pleno campo. Ahí se han criado en su propio hábitat natural, han sido felices y apenas han tenido problemas. Pero muchas veces se nos olvida que cuando hablamos de perros, hablamos de animales, y cuando hablamos de animales en el campo hablamos de naturaleza. Y cualquier cosa puede ocurrir.

Un dia normal…

La historia ocurrió un día normal, cuando siendo yo un niño mi padre llegó a la casa de campo donde se encontraban mis perros. Estaban todos, menos una de ellas, que no se veía por ninguna parte. Tras buscar por todo el terreno, llegó a la conclusión de que probablemente la perra había hecho un agujero en la valla y se había escapado, algo que puede ocurrir por mucha seguridad que se tenga en un terreno. Mi perra, por aquél entonces tendría unos 3-4 años. Y tras patear el terreno y descartar prácticamente todas las posibilidades, se topó con un hoyo en el suelo que le llamó especialmente la atención.

pozo ciego

Y digo especialmente, porque ese hoyo se encontraba exactamente en el lugar donde estaba el pozo ciego de la casa. Para los que no lo conozcan, un pozo ciego, o fosa séptica, normalmente se encuentra en terrenos rurales y en sitios en los que no existe canalización de aguas fecales. Como su nombre indica, es un depósito natural socavado en la tierra, sustentado por bloques de hormigón, que internamente tiene huecos en las paredes y en el suelo para que los sedimentos que ahí lleguen se depositen, y por propio ciclo natural, se reciclen en la tierra. Como comprenderás, ahí llegan todo tipo de aguas negras, incluidos los jabones de lavadora, lavavajillas y cualquier líquido que podamos verter por un sumidero de casa.

Extrañado por la situación, mi padre se asomó al agujero, que no era excesivamente ancho, algo menos de un metro de diámetro, y vió que la protección que tenía el pozo ciego se había hundido porque la tierra cedió. Este tipo de pozos deben tener un respiradero y una pequeña salida/entrada. Las reacciones químicas que ocurren dentro crean una atmósfera completamente inviable para la vida, no ventilada, en la que la concentración química no sólo es tóxica y mortal, sino que puede convertirse en un verdadero peligro en caso de incendio. En un terreno rural a más de 1.800 metros de altitud, el temporal en invierno es duro, las nevadas y fríos no tienen nada que ver con las de ciudad y los materiales se desgastan.

perro negroMirando por el agujero, y de forma apenas imperceptible, se veían dos ojos negros y algo que parecía un hocico, en el que sobresalía una nariz en medio de la más terrible oscuridad que podamos imaginar. La perra se había caído al pozo, lo más probable, pasando por esa tierra que cedió en un momento en el que nadie estaba en casa, y de la misma forma que podía haber cedido la tierra de una madriguera o cualquier elemento impredecible.

Cómo rescatar a un perro ante una situación extremadamente peligrosa

Ante todo, hay que tener sentido común y armarse de valor. Mi padre se vistió de la forma más segura posible, con botas guantes, pantalones impermeables, mascarilla y todo lo que tuviese en aquél momento. Cogió una escalera de madera y, armado de valor, bajó al pozo y sacó a la perra con sus propios medios. Bajar a un pozo ciego es sinónimo de peligro de muerte, aunque su uso sea mínimo. Cuando nos lo contó en casa (él estaba solo en ese momento), no dimos crédito. Enseguida lavó la perra entera, la desinfectó y la desparasitó, quedándose tumbada en el porche de casa, quedando una escena única, increíble para todo aquél que lo escuchase.

En ese momento, perdimos todas las esperanzas de volver a ver a nuestra perra con vida, pese a que aparentemente se encontraba bien. No sabíamos cuantas horas exactas había pasado ahí abajo, y lo que es peor, podía estar infectada por ingestión, respiración o cualquier otra vía. Sin embargo, y aún no sabemos cómo, la perra estaba bien. Su mirada hablaba. Sabía perfectamente que le habían salvado la vida y que la situación era lo suficientemente grave como para no poder haber salido adelante. No he visto un agradecimiento más fuerte en mi vida que el que mostraron sus ojos aquél día, e incluso a día de hoy.

Final Feliz..

Pasó una semana y la salud de la perra continuaba estable. El veterinario nos dijo que aparentemente no existía infección interna, ni en sangre, pero que era el caso más extraño que había visto jamás. Un perro no la hubiese contado en esa situación, casi con un 95% de posibilidades. Los años pasaron y lo cierto es que ha sido una perra que jamás ha enfermado, a excepción de una infección de útero, 10 años después, que no creo que tenga nada que ver con aquello.

6 Comentarios

  1. cowy
    • Nuria-Ovejero
  2. technoblue
  3. lisadia
  4. Diorella
  5. Jesús León

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